Doubts [Privado Elizabeta]

-El pelinegro sintió una cierta sinceridad en las palabras de la chica, no pudo evitar sentirse... realmente protegido por ella, realmente comenzaba a creer que todo esto iba en serio- Si es usted, la persona llena de honra y valentía quien cuidará de mí, déjeme decirle que nada se podría asemejar a la gratitud que este aristócrata le guardará -Suavemente, levantó la cabeza de la Húngara- No baje su cabeza -habló en un tono más fino que el anterior- Ya que su alma es demasiado superior a la mía, soy yo el que debe bajar mi cabeza ante usted -Dicho esto, hizo una elegante reverencia-

El Corazón de la húngara comenzó a latir violentamente. Sobre todo en el momento en que Su Señor levanto su rostro y se inclino ante ella.

-Basta! -Exclamó -Me esta deshonrando... ¿en donde se ha visto que el Príncipe se incline ante su servidor? Usted es Mi Señor ¡¡Compórtese como tal!! y Yo Como Gentilhombre (Va junto porque es un titulo) le serviré como es debido.

-Por favor -Esto se volvía cada vez mas serio. Se acerco al Superior y le tomo de la mano -Permitidme ser de usted El Caballero que lo salve de la adversidad... -Su voz se torno cada vez mas intensa y profunda -No hay deseo mas grande para mi, que el protegerlo de todo. -Lo miraba fijamente.

- Puede usted tener la tranquilidad, de que yo, en calidad de aristócrata, no dudaría ningún momento en dejarle mi seguridad, en tanto concierne a mi ser de forma humana como mi alma, tenga la confianza de que todo aquello quedará en sus manos -tomó sus manos, como si en estas dejara algo de extremo valor, las cerro, y lentamente las dejó- Déjeme decirle que seré el ser más afortunado en la faz de la tierra al obtener su protección, y a cambio de eso, usted será el caballero más honrado que se pueda recordar -Habló con una voz melodiosa, no cantada, simplemente una voz perfecta para el contexto de sus palabras- Y le ofrezco mis disculpas si le he quitado honra, pero es de gente valiosa y osada el admitir que hay seres con expectativas más altas que las de uno mismo... Y por qué no decirlo, eso es lo que pienso de usted. Su alma es tan honorable, y está cubierta por una personalidad llena de fuerzas y agallas... -El austriaco cortó en ese instante-

La Húngara rió, a pesar de todas las palabras del caballero y ella, las cuales iban totalmente en serio, su Señor aun no entendía el fin de toda aquella charla. Sin embargo ya poco de eso le importaba, ya llegaría el momento, pues por ese instante, su mayor sueño ya se había vuelto realidad.

-Siendo así... ¿Cual es su siguiente ocupación, mi Señor? Si gusta puedo acompañarlo, sino, nuestros caminos se separan aquí... por ahora -Le dedico una mirada cómplice.

-Sonrió- Usted debe mantenerse a mi lado cuanto tiempo estime necesario para protegerme, pero me vendría excelente su compañía ahora, Caballero -Devolviéndole aquella mirada cómplice con otra cálida, y a la vez, llena de gracia- Claro, si usted desea acompañar a este aristócrata -Sonrió otra vez-

-Es todo un honor para mi -respondió dejando que la emoción se desbordara, sin embargo, se contuvo de inmediato, no podía comportarse así ante su señor -En tal caso, usted dirá... ¿Cual es nuestro primer destino?.
Estaba emocionada... Todo aquello era como un sueño, acompañaría y protegería a Roderich, jamas pensó que fuera posible.

-sonrió, con algo de elegancia y alegría, sería uno de los pocos recesos que pasaría acompañado de alguien- Decida usted por mí, pero en lo personal, me gustaría un lugar tranquilo, alejado de muchedumbre, si exceso de sonido... Algún lugar relajante, que no carezca de algún paisaje agradable para la vista... -Habló, se arregló los lentes, y continuó- ¿Podría usted guiarme hacia aquel lugar? -volvió a hablar-

-¡¡Conozco el lugar perfecto!! -Exclamo tomándolo de la mano y arrastrándolo, Casi literalmente, hasta el lugar que había elegido para pasar un rato con el.
Estaba realmente emocionada, aquel lugar era un sitio enormemente especial, esperaba que fuera del agrado del Señorito.
Lo guió a través de los pasillo, saliendo a los jardines y dirigiéndose en dirección al gimnasio. Cuando estuvieron cerca de la entrada giró a la derecha y se introdujo por un estrecho pasaje que había ente el muro de los limites de la academia y el gimnasio.
De esta manera, sin soltarlo siguió avanzando hasta llegar a una especie de "claro" en donde habían unos asientos y limitaciones de piedra al rededor de un gran árbol que cubría todo aquel pequeño lugar.
-y... ¿Que tal? -Sonrió bastante satisfecha.

-El austriaco, acto seguido de escuchar la voz de la chica se vio poco menos que arrastrado por la húngara por poco menos que la mitad de todo el recinto, y eso era mucho decir, hasta llegar a un pasaje en la entrada, que daba a un paisaje... esplendoroso. El pelinegro quedó sorprendido, sus orbes violetas se abrieron un poco más que lo normal. Nunca, pero nunca en su estadía en aquella escuela había visto algún lugar como aquel. Estaba tan sorprendido, que se sacó los lentes para observarlo, y luego se los volvió a poner, recordó que su astigmatismo era demasiado severo como para ver ambientes a simple vista- H-He de decir... -Seguía anonadado- He de decir que ha triplicado mis expectativas, Caballero, es el lugar más hermoso que he visto en este recinto, sin duda alguna -Lentamente, comenzó a caminar, recorriendo poco a poco el lugar. Sus verdes árboles, aquellas piedras... Todo era impresionante-

-Oh! no sabe cuanto me alegra que le guste! es mi escondite secreto -Rió, aquello sonaba bastante infantil -Lo descubrí hace unos años, cuando la escuela aun resabía alumnos de primaria.
Rió ante los recuerdos.
Aunque ella no era el tipo de chicas que huía de los problemas y se deprimia por los burlas, de vez en cuando necesitaba un lugar tranquilo donde pudiera estar tranquila, relajada y despreocupada.
De esa manera había llegado hasta aquel Lugar.
Nadie nunca antes había estado ahí ademas de ella, y ahora el Austriaco, Ni siquiera sus mejores amigos.
-Puede venir aquí si necesita un lugar tranquilo en donde relajarse o meditar -Sonrió.

-Ya veo, allá en Austria, mi escuela de primaria era algo parecido a un palacio, no se veían areas verdes. Debo decir que estoy realmente sorprendido, este lugar.. Me inspira, Me relaja - Habló con serenidad, sin quitarle tu típico tono de aristocracia al hablar- Hubiera deseado tener un escondite como este en Viena, ¿Sabe? -sonrió, algo melancólico al recordar la frialdad de aquella escuela, sus paredes de piedra antigua, sus suelos de cerámica... Todo frío, inexpresivo. Aún así, supo dejar todo aquello de lado, junto con sus ilusiones y sueños de niño pequeño, para volverse en aquella persona fría, tajante, educada, moral, que hablaba con un dialecto rebuscado, decente a más no poder, e inteligente, aquella persona que solo confiaba a quienes le traía confianza, quien era distante, pero a la hora de encontrar a alguien que pudiese comprenderle, lentamente hablaría acerca de aquellos sentimientos que jamás pudo expresar- Hubiera sido divertido pasar la primaria en este lugar -añadió-

-De seguro, hubiera estado estado con los pelos de punta -Rió -Si usted cree que ese Albino bueno para nada es molesto ahora, no quiere ni saber como era en primaria. -Su rostro mostró una expresión de fastidio. Pero fuera de eso era bastante agradable -Rió -Anteriormente habían alumnos muy destacados, realmente sabios y poderosos, yo les servía, me gustaba hacerlo. Sin embargo, eran bastante mayores, al terminar la escuela se esfumaron y jamas volví a verlos. -Suspiró -En fin, de haber estado aquí en primaria no habría podido reconocerme.

- ¿Gilbert? ¿Aquel acosador que no tiene nada mejor que hacer que estorbar? - Recordando todas las veces que había sido víctima de los acosos de aquel germano, continuó hablando, conteniéndose de perder la moral y comenzar a dedicarle groserías por doquier- No me hubiera podido imaginar un año de primaria junto a aquel fastidioso e indecente niño-problema, agradezco que ahora vaya en 3º grado -suspiró- Le admiro por haber pasado la primaria con aquel demonio, yo en su lugar no hubiera podido, créame. En primaria era mucho menos paciente que ahora, solía ser más gruñón... -rió, en primaria solía ser totalmente Tsundere- En primaria probablemente no le hubiera reconocido, pero al fin y al cabo, ya estamos en secundaria, todos maduramos algún día... No, no todos -refiriéndose al albino-

-Si, bueno, de cualquier forma logre soportarlo todo ese tiempo -Rió. -No ha cambiado en nada, lo único que ha variado con el tiempo es su Ego, se hace cada vez mas grande, por lo demás sigue siento un inmaduro. -Pausa -¿Usted, Gruñón, en serio? -Rió -Bueno, puedo imaginarlo, jeje, de haberme conocido antes seguro no me soporta, era parecida al Niño problemas, aunque... con leves variaciones claro esta, pero seguramente se reiría si entro en detalles.

- Créame que no me imagino a alguien como usted, con una personalidad parecida a la de aquel obaka-san -volvió a sonreir, y se sentó en el lugar más limpio que encontró- Probablemente, si nos hubieramos conocido antes, no nos llevaríamos como nos llevamos ahora -Comenzó a mirar el paisaje, provocando un silencio que duró unos cuantos minutos- Estimado Caballero... -rompió el silencio- ¿Le puedo preguntar algo? -Le miró a los ojos-

-jeje, pues déjeme decirle que así era. mi personalidad no difería mucho de la del Obaka~san, como usted le llama, y con respecto a lo otro, no lo se... llevarnos bien supongo que habría dependido de usted, Yo le hubiera sido fiel aún como salvaje -Rió de su auto-denominación.
Lo escucho atentamente y quedo algo sorprendida ante las ultimas palabras de Señorito, La había llamado "Estimado Caballero" lo que provocó que su corazón se agitara, pero sin duda lo que más la sorprendió fue la pregunta del joven.
-Por supuesto, puede preguntarme lo que desee. -Respondió algo seria.

-La pregunta del austriaco iba a ser demasiado infantil para la seriedad con la cual la había preguntado- Supongo que ya se aproximan los tiempos, y no está mal preguntar...¿Qué ha pedido para esta navidad? -Le siguió mirando con una mirada más afable, más tranquila, era notoriamente diferente a la mirada de todos los días. Eso significaba que se sentía bien, sin apuros, ni problemas, se sentía tranquilo-

-¿Para navidad? Bueno, hace tiempo que no pido nada -Rió -Por motivos personales no acostumbro a hacerlo, dígame aburrida o algo por el estilo, Sin embargo, creo que tengo un deseo de navidad guardo por ahí, Solo hará falta un poco de muérdago -Rió Guiñándole un ojo al austriaco.
-Por otro lado, Mi mejor amigo es Santa Claus -Rió -Por lo que generalmente pido cosas "especiales" -Aclaro dedicándole una mirada cómplice

-Rió al entender aquello del muérdago- ¿Es que acaso mi noble Caballero quiere compartir aquella magia del muérdago con alguien? -sonrió- Pues le deseo que pueda hacer un buen uso del muérdago, agraciado caballero -volvió a sonreír- ¿Con que santa es su amigo y puede pedirle regalos especiales? ¡Que suerte la suya! -exclamó en un tono finamente alegre-

-Si bueno... -Dijo sonrojándose un poco -Realmente espero compartir la magia del muérdago junto a alguien, al menos bajo este, no puede negarse, es la tradición -Rió.

Acomodo su cabello por detrás de la espalda y siguió con la charla. Estaba inmensamente feliz, el austriaco no dejaba de llamarla "caballero" y aquella palabra en su voz sonaba como la palabra mas dulce del mundo.

-Si, Santa Tino Claus es mi mejor amigos, pero independientemente de lo que yo pueda pedirle, el siempre nos trae aquello que mas anhelamos, aún cuando no nos demos cuenta de ello. Entonces al llegar a la fiesta, y abrir tu regalo, te das cuenta de que es lo mejor que podrían haberte dado, en eso esta la magia -Sonrió.

-El pelinegro escuchó atentamente a la chica hablar- Sabias palabras, mi estimado caballero, bellas y sabias palabras -se pausó- Eso es totalmente cierto, él siempre nos traerá lo que nosotros queremos... A todo esto, ¿Con quien pasará esta navidad? -le preguntó, esbozando una pequeña sonrisa-

-¿Mm? Con Santa, supongo, sabe la realidad de mi familia, por lo que lo veo algo imposible pasar una navidad "normal". Bueno, en realidad solo será como todos los años -Sonrió a pesar del duro recuerdo -¿Y usted mi Señor? ¿Quien sera el afortunado que tendrá el privilegio de acompañarlo en estas fiestas?

- ¿Yo? -sonrió, con más melancolía que la usual- Todavía no tengo a nadie con quien pasarla, algunos parientes se irán a las casas de sus parejas respectivas, y otros... simplemente no son aptos como para pasar la navidad tranquila. Por lo que debo confesarle, mi caballero, que pasaré la navidad solo -suspiró, en su interior, sentía algo de dolor por no poder pasar la navidad con sus familiares... Bueno, ellos tampoco la pasarían con él, porque era demasiado correcto, y demasiado perfeccionista a la hora de celebrar algo-

-Eso jamas!! -Replicó seria -Promesas son promesas, y dije que lo acompañaría en todo momento, Mi "casa" es vuestra casa señor, no veo impedimento en poder servirlo también durante las fiesta, sería un verdadero honor para mi, de esta forma, seguro mas de un deseo navideño se hace realidad -Propuso mirándolo fijamente en todo momento. -Usted no estará solo si se queda junto mi, para eso me tiene.

-El austriaco no pudo evitar sonreir de alegría, el saber que iba a pasar una navidad con gente que lo aceptaba tal y como era, lo hacía simplemente feliz- Será un placer el pasar una Navidad con usted, mi caballero -agradecido, se levantó ante la húngara, y mostró una reverencia ante ella- Mis agradecimientos serán eternos -sonrió- Y estoy totalmente seguro de que absolutamente todos sus deseos se harán realidad esta navidad.